Hoy quiero hablar de
los profesionales que tratan con personas. Especialmente, aquellos y
aquellas que atienden a personas en situación de vulnerabilidad.
A menudo me encuentro
con clientes que han tenido que acudir a un profesional, sea
trabajador social, médico, enfermero, abogado, maestro, etc., y hay
una queja bastante frecuente que tiene que ver con la falta de
empatía, con brusquedad en el trato y transmisión de mensajes
negativos.
La persona se encuentra
en una situación de indefensión ante el profesional. Acude
en busca de alguna ayuda, que necesita. Y no tiene más remedio que
confiar en esta persona para que le dé alguna solución o recurso.
No sólo los psicólogos
tenemos la obligación profesional y moral de tratar bien a las
personas y transmitirles mensajes positivos y alentadores: también
la tienen todos y cada uno de los profesionales que tratan con
personas.
Me vienen a la memoria
algunos casos que expondré para ilustrarlo:
- Una mujer, separada por maltrato psicológico y físico, con dos criaturas y una situación económica muy precaria. Acude a los servicios sociales, con toda la vergüenza que esto puede suponer y en una situación bastante desesperada. Situémonos en la tesitura de tener que sentarnos delante de una persona extraña y explicarle todas nuestras carencias, traumas, debilidades… Respuesta de la trabajadora social, riñéndola: “¿Y por qué te has dejado maltratar?” No sé si esto es denunciable, pero por supuesto denota una falta de habilidades, incluso de educación, flagrante. Como persona, puede opinar lo que le parezca. Como trabajadora social, debe tener sensibilidad máxima hacia la persona que tiene delante, empatizar con el sufrimiento, con su vulnerabilidad.
- Una chica que ha tenido a su primer hijo hace poco. Después de leer, informarse, etc., decide darle el pecho al niño y se encuentra con ciertas dificultades: parece que el niño no se coge bien, pasa hambre y llora. Pongámonos en su lugar, en su situación de preocupación, la carga de la responsabilidad de “ser una buena madre”. Acude a la comadrona, que después de hacerle una exploración, le dijo, textualmente: “de donde no hay, no manará”. Sabemos que las compañías que fabrican leche para biberón hicieron campañas muy fuertes para desprestigiar la lactancia materna, durante los años 60 y 70, y que aún hay algunos profesionales que “han heredado” falsas creencias. Vamos a suponer que esta comadrona era una de ellas. Aún así, su obligación era buscar soluciones y animar a la mujer a continuar, y no poner en duda su capacidad.
- Una joven a la que hicieron un tratamiento de fertilidad. Dentro de este proceso, largo, lleno de incertidumbres y físicamente duro, uno de los pasos consiste en atiborrar a la mujer de hormonas para que su cuerpo fabrique el máximo de óvulos posible, que después le extraerán. Comentario del profesional: “como no saldrá bien, lo repetiremos”…, sin comentarios.
Tengo entendido que en muchas carreras hay la asignatura de psicología. Está más que demostrado que el refuerzo positivo tiene mucha más efectividad que el negativo o el castigo. ¿Por qué, entonces, hay tantos profesionales que dan mensajes negativos? ¿Por qué se utiliza tanto el prejuicio y el juicio, en vez de escuchar y acoger?
Acoger, escuchar,
apoyar, ponerse en el lugar del otro. Transmitir mensajes positivos,
alentar y por supuesto, nunca en la vida juzgar.
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