¿Qué es en
realidad la energía? ¿Por qué hay veces que parece que nos falte? ¿Qué son los
bloqueos energéticos? Intentaré aportar un poco de luz a esta cuestión.
Todos los seres
vivos tenemos energía. La necesitamos para vivir: para mantener las funciones
corporales, para hacer la digestión, para respirar, caminar, correr, hablar...
pero ¿cómo se genera esta energía?
La energía
entra en el cuerpo por arriba, es decir, a través de los alimentos, del oxígeno
que respiramos y del sol, la luz que recibimos. Atraviesa todo el cuerpo,
metabolizándose: los alimentos se transforman a través de la digestión, con la
intervención de los diferentes órganos, en energía para ser utilizada y
almacenada. El oxígeno pasa a la sangre a través de los pulmones y se
distribuye por todas las células del cuerpo. El sol nos aporta nutrientes que
también el cuerpo metaboliza: la vitamina D3 proviene de los rayos solares, y
nos ayuda a fijar el calcio a los huesos. En invierno disminuye la presencia de
esta vitamina en nuestro cuerpo. Pero, ¿qué pasa cuando nos sentimos cansados,
decaídos, desanimados...? ¿Qué pasa cuando nos falta la energía?
Os propongo un
pequeño experimento: observad vuestra postura corporal. Los hombros, si están
erguidos, hacen que el tórax también lo esté. Si los hombros están caídos,
cerramos la caja torácica. Si los hombros están hacia adelante, oprimen el
pecho. La consecuencia es más que evidente: nos entra menos aire. Y menos aire
es menos energía. Las personas deprimidas tienen un aspecto característico: una
posición corporal decaída, como si todo el cuerpo les pesara más, los hombros
caídos y hacia adelante, el tórax “aplasta” el plexo solar y el aparato
digestivo, de manera que también afecta a la ingestión y la digestión de los
alimentos. La consecuencia directa es la falta de energía. Una de las primeras
recomendaciones que les hago a mis clientes deprimidos es que tomen conciencia
de su postura corporal, que empiecen a respirar mejor.
¿Por qué
cerramos los hombros? Probablemente hemos sufrido una mala experiencia:
frustración, desamor, una pérdida... que nos ha causado tristeza y dolor.
¿Dónde se siente el dolor? En el pecho. La defensa de nuestro cuerpo para
mitigar ese dolor, ese sufrimiento, es oprimir el pecho, cerrarlo. Así no duele
tanto. Pero claro, entonces respiramos menos, y tendremos menos energía. Y
consecuentemente, tendremos muchos más números para sufrir una depresión.
Con la comida
pasa igual. Las personas que comen muy poco, (pongamos por caso que lo hacen
para no engordar), o las que tienen déficit de algunos nutrientes en su dieta,
también aportan menos energía a su cuerpo. Una de las características de la
anorexia es la depresión que lleva asociada.
De la misma
forma que, oprimiendo el pecho nos falta el oxígeno y nos baja la energía, a lo
largo de nuestra vida, sufrimos diferentes “ataques” a nuestros sentimientos:
la vergüenza, la rabia, el miedo... hacen reacciones en nuestro cuerpo y
“bloqueamos” de forma inconsciente diferentes músculos de nuestro cuerpo para sufrir
menos. Se crean unas corazas crónicas que bloquean la libre circulación de la
energía. En otros artículos hablo de estos bloqueos
energéticos.
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