EL SÍNDROME POST-VACACIONAL (1)

El síndrome post-vacacional es un trastorno al que se le está dando cada vez una mayor importancia aunque no está aceptado como enfermedad en las principales clasificaciones internacionales. Hace unos años prácticamente era desconocida su existencia lo cual no quiere decir que hubiera personas que lo estuvieran padeciendo.
El hecho de que hace años no estuviera tipificado un problema como éste, se puede deber a que o no se diagnosticaba o no existía. Si esto último es lo cierto, se está ante un proceso que se ha generado en los últimos tiempos y por lo tanto en cierta forma, fruto de la vida moderna. Esta relación causa-efecto con la modernidad vigente puede hacer levantar sospechas sobre el posible origen en el estilo de vida actual.
Es un proceso de adaptación necesario cuando se entra de nuevo en contacto con la vida activa. Cuando ese proceso de adaptación fracasa, entonces se generan una serie de molestias pero que no pueden catalogarse como enfermedad, aunque enfermedad es cualquier problema que afecta a nuestra esfera de bienestar. Este bienestar no incluye el aspecto solamente físico sino que también abarca el emocional, social, etc.
Las personas que padecen este síndrome sufren cambios que dan lugar a un malestar importante con una fuerte repercusión sobre su calidad de vida.

Características del síndrome

Este síndrome puede cursar de diversas formas. Lo habitual es padecer a la vuelta de vacaciones un cuadro de debilidad generalizada y astenia. Puede haber problemas de insomnio que conviven con una somnolencia importante a lo largo del día.
La capacidad de concentración y de toma de decisiones se ve limitada así como la tolerancia al trabajo. Imposibilidad de organizarse, acumulación de tareas, etc. Esta falta de tolerancia al trabajo viene caracterizada como una sensación de desidia y hastío. En otras ocasiones puede aparecer una sensación de angustia vital que puede llevar a un bloqueo. Puede haber un cambio de carácter con cierta agresividad, sin embargo, se establece habitualmente y de forma progresiva una sintomatología más propia de un cuadro depresivo. Por todo ello, se afectan diversos aspectos del estilo de vida.
Este síndrome puede cursar con una intensidad muy variable y de diferentes formas, en algunos casos esta variabilidad puede hacer muy difícil su detección. Esta falta de diagnóstico puede llevar a manifestar una incomprensión hacia estas personas que puede agravar el cuadro.





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