Hoy he transcrito un cuento de Jorge Bucay, del libro "Déjame que te cuente...", para que reflexioneis todos un ratito... A ver qué moraleja extrae cada uno.
Había una vez, en la ciudad de
Cracovia, un anciano piadoso y solidario que se llamaba Izy. Durante varias
noches, Izy soñó que viajaba a Praga y llegaba hasta un puente sobre un río.
Soñó que a un lado del río, y debajo del puente, se hallaba un frondoso árbol.
Soñó que él mismo cavaba un pozo al lado del árbol y que de ese pozo sacaba un
tesoro que le traía bienestar y tranquilidad para toda la vida.
Al principio, Izy no le dio
importancia. Pero cuando el sueño se repitió durante varias semanas, interpretó
que era un mensaje y decidió que no podía desoír esa información que le llegaba
de Dios, o de no sabía dónde, mientras dormía.
Así que, fiel a su intuición, cargó
su mula para un lago viaje y partió hacia Praga.
Después de seis días de marcha, el
anciano llegó a Praga y se dedicó a buscar el puente sobre el río en las
afueras de la ciudad.
No había muchos ríos ni muchos
puentes, así que rápidamente encontró el lugar que buscaba. Todo era igual que
en su sueño: el río, el puente y, a un lado del río, el árbol debajo del que
debía cavar.
Sólo había un detalle que no había
aparecido en su sueño: el puente era custodiado día y noche por un soldado de la
guardia imperial.
Izy no se atrevía a cavar mientras
el soldado estuviera allí, así que acampó cerca del puente y esperó. La segunda
noche, el soldado empezó a sospechar de aquel hombre que acampaba cerca de su
puente, así que se aproximó para interrogarle.
El viejo no encontró razón para
mentirle. Por eso le contó que había llegado desde una ciudad muy lejana porque
había soñado que en Praga, bajo un puente como aquél, había un tesoro
enterrado.
El guardia empezó a reírse a
carcajadas:
- Has viajado mucho por una
estupidez -le dijo-. Desde hace tres años, yo sueño todas las noches que en la
ciudad de Cracovia, debajo de la cocina de un viejo loco llamado Izy, hay un
tesoro enterrado. ¡Ja, ja, ja! ¿Crees que yo debería ir a Cracovia a buscar a
ese Izy y cavar bajo su cocina? ¡Ja, ja, ja!
Izy dio amablemente las gracias al
guardia y regresó a su casa.
Al llegar, cavó un pozo bajo su
cocina y encontró el tesoro que siempre había estado allí enterrado.
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