Roles masculinos, roles femeninos. Personajes masculinos, personajes femeninos. La influencia de las películas Disney en la infancia.
Además de los inputs que reciben niños y niñas desde la más tierna infancia, da que pensar que, por recuento, la mayoría de comentarios desfavorables a este monólogo sean hechos por hombres.
Además de los inputs que reciben niños y niñas desde la más tierna infancia, da que pensar que, por recuento, la mayoría de comentarios desfavorables a este monólogo sean hechos por hombres.
Por si quieres leer o releer este monólogo, aquí tienes la transcripción:
Tú me enseñaste a odiar, a ver a las otras chicas como enemigas. Me enseñaste a rivalizar incluso con mis hermanas.
Me enseñaste qué hacer para contentar a un hombre, porque el amor es así, con mayúsculas, es a lo máximo que aspiro.
Me enseñaste que las mujeres debemos elegir entre sumisa o bruja.
Tú me enseñaste el placer de la necrofilia. Sí, sí, el romanticismo de besar a un cadáver. Me enseñaste, ¿recuerdas?, a abusar de la chica que se queda dormida. No importa si está cansada o drogada, si está maldita o pinchada por una rueca.
Qué gran maestro fuiste, Walt Disney.
En cambio a ellos, ¡cómo los pusiste a ellos!
Les enseñaste a ser valientes, a matar dragones, a trepar montañas, a vencer temores o a empuñar espadas.
Les enseñaste a ser el "Rey León" de la manada. A ser hombres fuertes como Tarzán, listos, musculados, como Hércules, que llega y que gana.
Pero a nosotras nos diste el amor como única opción. Ni siquiera teníamos amigos humanos como ellos. Tan solo hablábamos con haditas y animalitos.
Así que nena, espera sentada. ¡Qué coño! mejor espera tumbada, dormida o muerta, ¡qué importa! Porque él siempre llega, tú estate a la espera de que te lleve en su alfombra a un mundo ideal...
Nos convertiste en madrastras que explotan a esclavas, en brujas que envenenan para ser la más guapa.
Oh niña, abandona a tu familia por unas nuevas piernas. ¡Qué más da si te quedas sin voz! Admirada tú serás si callada siempre estás. Sujeta bien tu lengua y triunfarás, ¡Ariel!
Nos enseñaste a tomar pociones para mantenernos jóvenes en el País de Nunca Jamás, convertidas de mayores en cremas antiedad.
Niña, date cuenta que no eres suficiente contigo misma, necesitas un hombre que te diga lo que vales. Un príncipe azul que te salve, un John Smith que te diga: "Si no lo conocieras..." tu vida sería una mierda.
Pequeña, y si por alguna razón quieres triunfar, córtate el pelo como Mulán.
Por suerte, tu historia ya se está terminando, porque había una vez niñas que escaparon de sus torres, brujas que rompieron cadenas, princesas que dejaron de hacerse la cera, y unas a otras nos quitamos la venda. Y empezamos a liberar el pájaro de la jaula, a aullar y a salir de noche sin miedo al pasar de las doce. A andar sin escobas y a liberar dragones.
Así que nosotras, las gordas, las flacas, las que no se depilan, las solteronas, las de las tetas caídas, las que no saben cocinar, las que calzan bambas y no zapatos de cristal, nosotras, las del rímel corrido, las que no se peinan, las que tienen novia, las que no quieren hijos, las promíscuas, las mal folladas, las viejas arrugadas, todas nosotras, aquí, tenemos un lugar donde viviremos felices y comeremos lo que nos salga de los ovarios, querido Walt.
Tú me enseñaste a odiar, a ver a las otras chicas como enemigas. Me enseñaste a rivalizar incluso con mis hermanas.
Me enseñaste qué hacer para contentar a un hombre, porque el amor es así, con mayúsculas, es a lo máximo que aspiro.
Me enseñaste que las mujeres debemos elegir entre sumisa o bruja.
Tú me enseñaste el placer de la necrofilia. Sí, sí, el romanticismo de besar a un cadáver. Me enseñaste, ¿recuerdas?, a abusar de la chica que se queda dormida. No importa si está cansada o drogada, si está maldita o pinchada por una rueca.
Qué gran maestro fuiste, Walt Disney.
En cambio a ellos, ¡cómo los pusiste a ellos!
Les enseñaste a ser valientes, a matar dragones, a trepar montañas, a vencer temores o a empuñar espadas.
Les enseñaste a ser el "Rey León" de la manada. A ser hombres fuertes como Tarzán, listos, musculados, como Hércules, que llega y que gana.
Pero a nosotras nos diste el amor como única opción. Ni siquiera teníamos amigos humanos como ellos. Tan solo hablábamos con haditas y animalitos.
Así que nena, espera sentada. ¡Qué coño! mejor espera tumbada, dormida o muerta, ¡qué importa! Porque él siempre llega, tú estate a la espera de que te lleve en su alfombra a un mundo ideal...
Nos convertiste en madrastras que explotan a esclavas, en brujas que envenenan para ser la más guapa.
Oh niña, abandona a tu familia por unas nuevas piernas. ¡Qué más da si te quedas sin voz! Admirada tú serás si callada siempre estás. Sujeta bien tu lengua y triunfarás, ¡Ariel!
Nos enseñaste a tomar pociones para mantenernos jóvenes en el País de Nunca Jamás, convertidas de mayores en cremas antiedad.
Niña, date cuenta que no eres suficiente contigo misma, necesitas un hombre que te diga lo que vales. Un príncipe azul que te salve, un John Smith que te diga: "Si no lo conocieras..." tu vida sería una mierda.
Pequeña, y si por alguna razón quieres triunfar, córtate el pelo como Mulán.
Por suerte, tu historia ya se está terminando, porque había una vez niñas que escaparon de sus torres, brujas que rompieron cadenas, princesas que dejaron de hacerse la cera, y unas a otras nos quitamos la venda. Y empezamos a liberar el pájaro de la jaula, a aullar y a salir de noche sin miedo al pasar de las doce. A andar sin escobas y a liberar dragones.
Así que nosotras, las gordas, las flacas, las que no se depilan, las solteronas, las de las tetas caídas, las que no saben cocinar, las que calzan bambas y no zapatos de cristal, nosotras, las del rímel corrido, las que no se peinan, las que tienen novia, las que no quieren hijos, las promíscuas, las mal folladas, las viejas arrugadas, todas nosotras, aquí, tenemos un lugar donde viviremos felices y comeremos lo que nos salga de los ovarios, querido Walt.
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