(o cualquier otra crisis existencial)
En
primer lugar, ¿cómo sabemos que tenemos una crisis existencial?
- Cuando tenemos la sensación de no estar a gusto con nuestra vida, y esta sensación dura bastante tiempo.
- Cuando nos sentimos decaídos y sin energía, con sensación de estancamiento.
- Cuando la rutina nos doblega.
- Cuando la ansiedad nos hace tener conductas compulsivas: comer o fumar demasiado, por ejemplo.
- Cuando nos obsesionamos con una actividad que no nos aporta nada, como limpiar la casa o hacer solitarios en el ordenador.
Planteémonos
la siguiente pregunta: si hoy mismo te tocasen muchos-muchos millones
en la lotería, ¿qué harías?
- Si la respuesta es: mejorar algunas cosas de mi vida actual, hacérmela más fácil, es que estás a gusto con tu vida.
- Si por el contrario, lo cambiarías absolutamente todo, te marcharías bien lejos y empezarías una nueva vida con otro nombre, ha llegado el momento de replantearte tu vida.
Si
tienes una crisis existencial, ¿qué has de hacer?
- Está claro que has de actuar, que no puedes continuar así: empieza por hacer una reflexión profunda. Vete solo unos días, por ejemplo, y escucha a tus necesidades.
- No te lances a hacer grandes cambios sin pensar. Cuando estamos muy saturados, corremos el riesgo de romper con todo, y nos podemos arrepentir después. Detente a pensar antes de actuar. No lances toda tu vida por la borda.
- Los cambios suponen renuncias. Dejar lo viejo, desprenderse de lo que no nos sirve, para adoptar algo nuevo. Todos los cambios dan miedo, son un salto al vacío, pero hay momentos en que es necesario renovarse para seguir adelante.
- Tomemos conciencia de nuestros límites: la excitación de la juventud se va perdiendo, hay un cierto desencanto y desilusión, pero se concederá valor a todo lo que tenemos y lo que hemos conseguido.
- Aún estamos a tiempo de hacer cambios. Tal vez podemos rescatar nuestra vocación, nuestro proyecto de vida y adaptarlo parcialmente a nuestra realidad. Quizás no cambiemos toda nuestra vida, pero introducir en ella un nuevo proyecto nos puede aportar aire fresco.
- A menudo el problema es que pensamos que ya es demasiado tarde, que ya «hemos perdido el tren». Este es un concepto que nos ha inculcado la sociedad, una sociedad que valora lo joven, lo moderno, lo innovador, que pretende apartar a la gente cuando se va haciendo mayor para dar paso a los jóvenes. Es simplemente una cuestión de percepción. Las personas tenemos la capacidad de hacer todo lo que nos propongamos. Sólo hace falta que tengamos fe y confianza en nosotros mismos y que, verdaderamente lo deseemos.
- La crisis de los 40 es un buen momento para hacer revisión de nuestros valores y darnos cuenta de cuales decimos que son nuestras prioridades y a cuales estamos dedicando verdaderamente nuestra energía. Recomiendo coger papel y bolígrafo y hacer un listado de lo que nos importa, hacernos un calendario y empezar a cambiar las cosas.
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