Existen
algunas situaciones o estados que predisponen a sufrir el síndrome
post-vacacional:
- Vacaciones largas, agotadoras, o durante las cuales no se descansa de forma adecuada.
- Adaptación insuficiente al ámbito laboral, presente incluso antes de las vacaciones. Falta de motivación laboral.
El
mejor remedio: la prevención
El remedio,
como pasa a menudo, está en prevenir su aparición. En este sentido
se pueden intentar diversas medidas:
1.
Mantener cierto horario nos
permitirá continuar con un cierto biorritmo.
2.
Vuelta progresiva aunque
no sea completa, a la rutina habitual, puede favorecer que este
cambio no resulte dramático ni catastrófico (como tirarse a una
piscina de agua fría).
3.
Evitar una motivación personal excesivamente centrada en las
vacaciones. No
se puede estar deseando las vacaciones durante la mitad del año y
lamentarse de que hayan acabado durante la otra mitad. Por eso,
podemos intentar mantener determinadas aficiones. Puede haber
aficiones que se hayan iniciado durante las vacaciones, y que sea
recomendable mantener a lo largo del año.
4.
Dividir el periodo de vacaciones en diversas partes evitará
la sensación de saturación respecto a las vacaciones y nos ayudará
saber que a la vuelta aún nos quedan unos días.
5.
Ordenar la mesa de trabajo, evitando
las montañas caóticas. Debemos hacer un esfuerzo en intentar
organizar la agenda, estableciendo un plan de lucha que intente
afrontar las tareas pendientes con un orden de prioridades.
Si
a pesar de todo lo anterior el problema persiste, la ayuda de un
especialista puede ser fundamental para analizar si hay una
insatisfacción personal en la base de todo ello. Puede ser que el
síndrome post-vacacional sólo sea un síntoma de problemas más
profundos.
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