15 pautas para dejar de hacer juegos psicológicos

 


Los juegos psicológicos (perseguir, hacerse la víctima, salvar) están muy arraigados en nuestra sociedad y las personas los aprendemos desde pequeñas.

La persona que habitualmente utiliza los juegos psicológicos para relacionarse con los demás, lo hace porque no conoce otras formas de relacionarse y obtener lo que quiere o necesita.

Se pueden aprender nuevas formas de relacionarse, pero es una tarea difícil y larga. A menudo se necesita la ayuda de un profesional.

Es muy difícil no caer alguna vez en los juegos, pero sí que se pueden llegar a minimizar, es decir, conseguir que la mayor parte de nuestras interacciones con los demás, sean de una forma sana y no manipulativa.

Pero, ¿cómo lo hacemos para salir de los juegos psicológicos?

  • Darse cuenta de que se utilizan los juegos psicológicos con los demás (“cuido de todo el mundo menos de mi mismo y siento que mis relaciones son descompensadas”, “a menudo me creo inferior a los demás y me lamento de no poder o no saber hacer las cosas, y siempre hay alguien que pica y me lo hace”, o bien, “tengo una forma de decir las cosas que a menudo hace daño a los que me rodean”). 
  • El salvador tendrá que escuchar a sus propias necesidades.
  • Empezar a cuidarse a sí mismo
  • Aprender a confiar en las capacidades de los demás, y dejarles que hagan las cosas por sí mismos, aceptando que se pueden equivocar o que les cueste hacerlo.
  • Tendrá que aprender a pedir ayuda y asumir que «no puede con todo siempre». 
  • La víctima, tendrá que empezar a hacer las cosas por sí misma, sin esperar siempre la ayuda de los demás.
  • Confiar en que tiene la capacidad de solucionar los problemas, igual que todo el mundo.
  • Tomar decisiones, con el riesgo implícito de equivocarse (y rectificar), y actuar.
  • Dejar de lamentarse, dejar de esperar, y moverse hacia donde se quiere ir.
  • El perseguidor, tendrá que empezar a ponerse en el lugar de los demás.
  • Tener en cuenta las necesidades ajenas tanto como las propias, y asumir que tiene el mismo poder y los mismos derechos que todos, y no más.
  • También tendrá que aprender a ser asertivo, a decir las cosas de una forma más adecuada, menos hiriente. 
  • El espectador tendrá que empezar a valorar los derechos de los demás en la misma medida que los suyos.
  • Asumir las responsabilidades que le tocan.
  • Dejar de aislarse de los otros para acercarse desde la igualdad de derechos.


 


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