Un hombre fue a
casa del sastre Szabó y se probó un traje. Mientras permanecía de pie delante
del espejo se dio cuenta de que la parte inferior del chaleco era un poco
desigual.
- Bueno, no se
preocupe por eso – le dijo el sastre-. Sujete el extremo más corto con la mano
izquierda y nadie se dará cuenta.
Mientras así lo
hacía, el cliente se dio cuenta de que la solapa de la chaqueta se curvaba en
lugar de estar plana.
- Ah, ¿eso?-
dijo el sastre-. Eso no es nada. Doble un poco la cabeza y alísela con la
barbilla.
El cliente así
lo hizo y entonces vio que la costura interior de los pantalones era un poco corta y notó que la entrepierna le
apretaba demasiado.
-Ah, no se
preocupe por eso- dijo el sastre-. Tire de la costura hacia abajo con la mano
derecha y todo le caerá perfecto.
El cliente
accedió a hacerlo y se compró el traje.
Al día
siguiente se puso el nuevo traje, “modificándolo” con la ayuda de la mano y la
barbilla. Mientras cruzaba el parque aplanándose la solapa con la barbilla,
tirando con una mano del chaleco y sujetándose la entrepierna con la otra, dos
ancianos que estaban jugando a las damas interrumpieron la partida al verle
pasar renqueando por delante de ellos.
- ¡M'Isten, Oh,
Dios mío!- exclamó el primer hombre-. ¡Fíjate en ese pobre tullido!
El segundo
hombre reflexionó un instante y después dijo en un susurro:
- Igen, sí,
lástima que esté tan lisiado, pero lo que yo quisiera saber... es de dónde
habrá sacado un traje tan bonito.
(Silicona,
liftings, peelings, botox...)
Mujeres que corren con los lobos
Clarissa Pinkola Estés


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