Siéntate en silencio y
observa cuanto hay allí para ser escuchado.
Escucha a la gente, lo que
realmente están diciendo.
Escucha tu voz interna,
esa que sólo escuchas cuando la confusión de cada día disminuye.
Oye el susurro de las
hojas, el viento acariciando el agua, una escena de paz.
Escucha con tu corazón y
escucha siempre aquello que nunca has hablado.
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