Desde pequeños, pensamos por nosotros mismos. Pero estos pensamientos, están influidos, por un lado, por la carga cultural y los mensajes de nuestros padres, y, por otro, por los diferentes sentimientos y deseos.
A la hora de tomar una decisión, ya sea insignificante (qué ropa me pongo hoy) o trascendental y de grandes consecuencias (qué carrera estudio), aparte de la influencia cultural y emocional, nos hacemos una gran pregunta: ¿qué me conviene?
Una decisión razonada y madura, será aquella que dé prioridad a los intereses, al sentido común, por encima de las influencias externas y de las emociones y los deseos. Seguir leyendo...
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