La autoestima es la imagen que
tenemos de nosotros mismos. Se va construyendo desde el nacimiento. Esta imagen
depende, en buena parte, del trato que recibimos de los demás, especialmente de
los padres y cuidadores. Nos formamos una idea de nosotros mismos en función
de cómo nos ven y tratan los demás. Si nos quieren, pensamos que somos
dignos de ser queridos. Si nos aceptan, nos valoran y respetan, pensamos que
somos valiosos. Si nos tienen en cuenta, nos sentimos importantes.
Tener una buena autoestima es
necesario para tener bienestar emocional e incluso una buena salud. A cualquier
edad es importante tener una buena autoestima, pero en el niño o niña es
especialmente importante.
Un niño con poca autoestima,
seguramente tendrá más dificultades para aprender y no desarrollará sus
capacidades de la misma forma que si la tuviera alta.
Cuando nos sentimos bien con
nosotros mismos, tenemos más ganas de hacer cosas, más fuerzas, estamos más
activos, nos relacionamos más con los demás, nuestras relaciones son mejores...
y todo esto fomenta el interés por aprender y mejora nuestro desarrollo como
personas en los diferentes aspectos.
Un niño triste, acomplejado, estará
más inactivo y con menos ganas de hacer cosas, igual que una persona adulta.
¿Cómo debemos tratar a los niños
para que tengan una buena autoestima? Conviene
que nos ocupemos de sus necesidades, tanto físicas como emocionales. Unos
padres preocupados, angustiados, malhumorados, difícilmente tratarán al niño
con el cuidado necesario. A menudo se les hace sentir que estorban. Aunque nos
cueste un esfuerzo, conviene que no paguen las consecuencias de nuestros
problemas.
También es importante pensar que
tienen sentimientos, que incluso cuando aún no hablan, sienten angustia por la
separación de los padres. Es conveniente explicarles que nos vamos, con quién
les dejamos, etc. Tenerles en cuenta, hacerles partícipes.
Muchas veces la estimación o el
afecto es condicional: “Lo has hecho bien” o “no te quiero porque te has portado
mal”. El afecto debe ser incondicional. Le queremos siempre, haga lo que haga.
La estimación no se da a cambio de algo. Felicitar al niño por las cosas que
hace bien y criticar la acción mal hecha, no al niño: (“esto no se
hace”, en vez de “eres un niño malo”).
El refuerzo positivo, los ánimos,
los elogios, son mucho más eficaces que una crítica. No obstante, a pesar de
que todo el mundo lo sabe, es frecuente “etiquetar” a los niños con palabras de
descalificación: “eres un descuidado”, “esto es una tontería”, “pareces un niño
pequeño”, etc. Hay que pensar que todos estos apelativos afectan directamente a
la auto-imagen que el niño tiene de sí mismo. Afectan a la autoestima.
Es importante confiar en las
capacidades de los niños, que ellos noten que confiamos. Así ganarán
autoconfianza. Hemos de aceptar que para aprender a hacer una cosa, han de
ensayar, se equivocarán, rectificarán, etc. Animémosles en lugar de
criticarles.
No hay comentarios :
Publicar un comentario