Ahí va otro cuento muy corto de Tony Mello para ilustrar que, la mayoría de las veces, los defectos que vemos en los demás son nuestros propios defectos.
- Pedone, señor, -dijo el tímido estudiante- pero no he sido capaz de descifrar lo que me escribió usted al margen en mi último examen.
- Le decía que escriba usted de un modo más legible -le replicó el profesor.
- Pedone, señor, -dijo el tímido estudiante- pero no he sido capaz de descifrar lo que me escribió usted al margen en mi último examen.
- Le decía que escriba usted de un modo más legible -le replicó el profesor.
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