Hemos montado el pesebre en un ángulo del comedor,
sobre una mesa vieja,
el pesebre mismo de cada año,
con la mula y el buey y el niño y los tres Reyes y la
estrella.
Hemos abierto innumerables caminos,
todos dirigidos a la Cueva,
con hileras de viejos peregrinos,
-todos nosotros- atentos al austero caminar de la prueba.
Y en la noche del misterio hemos cantado
las antiguas canciones
de la mula y el buey y el niño y los tres Reyes y la
estrella.
Y ofrecíamos la noche con los ojos y las manos.
Y cantábamos muy bajo, con vergüenza quizás de sabernos
hermanos
del niño y de todos, en la noche de la gran maravilla.
Miquel Martí i Pol, poeta catalán
Roda de Ter, 1929-2003
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